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Foto del escritorYorsely Suarez

Cuando le hablas a tus hijos ... tienes la sensación de que le hablas a una pared?

Practica la escucha generosa y luego me cuentas como te fue ...

Si Tú lo escuchas El te escucha

¿Cuántas veces has estado en el teléfono mientras tus hijos te están contando algo? Yo la primera.

¡Y no estamos aquí para culpabilizar, sino para responsabilizarnos! que son dos cosas muy distintas. Si yo me responsabilizo por mis acciones soy consciente de ellas y busco cómo mejorar; Nosotros los padres hacemos lo mejor que podemos con la información que tenemos y lo ideal es siempre buscar áreas de mejora.

Yo he puesto en práctica la técnica escucha generosa para con mis hijos y me ha funcionado de una forma extraordinaria. Lo que hago es que cuando mis hijos me van a comentar algo, si puedo, dejo de hacer lo que estoy haciendo, para poder escucharlos. Y si no los puedo atender en ese momento les digo “déjame terminar esto y ya te atiendo”, para de esta forma sacar el tiempo necesario y poder enfocarme en escuchar atentamente.

Una vez que tengo el tiempo disponible -que no es al día siguiente por supuesto, sino es unos minutos después o en el momento- me dispongo a escuchar realmente con atención.

Generalmente estas conversaciones comienzan por un cuento trivial de la escuela y terminan con una historia fascinante de su vida. En esta escucha generosa de mi parte, yo trato de no interrumpir, para que mi hijo se sienta libre de seguir hablando y nunca, nunca juzgo lo que me está diciendo , aunque por dentro me esté mordiendo la lengua por opinar sobre el tema o más bien por juzgar lo que mi hijo me está contando.

Y lo hago de esta forma para que mi hijo, que está siendo vulnerable, se sienta libre de expresar lo que siente genuinamente sabiendo que yo no lo voy a juzgar, que sólo estoy atenta a lo que él tiene que decir.

Y si de la conversación surge algún tema que yo considere que se debe atender, lo mantengo en mi mente y al día siguiente, con el tema aún fresco, soy yo quien casualmente lo retomo, digo algo como “ayer hablamos sobre tal cosa y se me quedo en la mente y luego de pesarlo más a fondo, me parece que yo en tu lugar tal vez haría tal cosa” o le dejo saber lo que me preocupa y cómo podemos solucionarlo juntos, yo aportando ideas y él tomando sus propias decisiones.

Con esta escucha generosa mi hijo siente que puede hablar conmigo de prácticamente cualquier tema, en un lugar seguro sin que se sienta juzgado, ya que en muchos momentos nuestros hijos sólo necesitan que los escuchemos, sin que intentemos solucionar sus vidas.


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